Tras una larga y compleja intervención, el antiguo edificio Rollex -ubicado en una de las principales arterias comerciales de Ginebra- se ha transformado en un moderno edificio de uso mixto con un gran zócalo comercial alquilado a operadores de gran prestigio internacional, 67 apartamentos con servicios hoteleros y 7 apartamentos residenciales.
Tras una larga y compleja intervención, el antiguo edificio Rollex -ubicado en una de las principales arterias comerciales de Ginebra- se ha transformado en un moderno edificio de uso mixto con un gran zócalo comercial alquilado a operadores de gran prestigio internacional, 67 apartamentos con servicios hoteleros y 7 apartamentos residenciales.
Entrevista con Charles Pictet
«La fachada principal te hace entrar en una tercera dimensión gracias a su profundidad. Un juego de luces muy impactante.»
¿Cómo empezó el proyecto? Había ya un edificio existente conocido por su famoso bar en la primera planta. Casacuberta me propuso el desafío de ver qué se podía hacer a partir de ese edificio. No era fácil, el volumen que ocupaba el edificio existente nos marcaba el máximo que podríamos construir en terreno y en altura.
¿El mayor reto arquitectónico? El de construir y demoler al mismo tiempo. El edificio anterior estaba construido a partir de dos edificios que tenían un muro doble entre ellos. Derribamos la mitad del edificio y dejamos la otra mitad pie. Excavamos más hondo que en el edificio original y pusimos una microestructura en tierra. Empezamos a construir por debajo del local de Benetton, mientras la tienda aún estaba en actividad, y al mismo tiempo empezamos a demoler por encima, hasta que conseguimos dos niveles por encima y un nivel por debajo. Después acabamos de demoler la tienda y la construimos otra vez. Sólo ocho meses y Benetton estaba de nuevo abierta.
Destacan sin duda sus dos fachadas. Sí, quisimos tener dos expresiones diferentes en cada una, la que da a la zona comercial y la que da a la zona antigua. Esta última se funde con el entorno, mientras que el objetivo de la fachada principal es impresionar desde el primer momento. Entras en una tercera dimensión gracias a su profundidad. El cristal crea un juego de luces y de movimiento muy impactante.
Es un espacio privilegiado, tiene luz natural gracias a sus patios interiores. ¿Cómo se idearon? Al ser un edificio con mucha profundidad, teníamos espacio de sobra para las habitaciones así que lo aprovechamos para crear patios interiores. Son fuentes de luz natural. La luminosidad junto con el color azul de los azulejos crea una gran sensación de frescor en el interior. Los patios ofrecen calidad a las habitaciones además de proporcionar la sensación de estar al aire libre.
«Intimidad, confort y luminosidad. Ésas son las principales propuestas de este edificio. Queremos que la gente se sienta bien»
¿Cuál es la experiencia que propone el edificio a las personas que se alojan en él? Una sensación de intimidad. Quisimos crear una atmósfera muy confortable en apartamentos pequeños, para conseguir una vivencia muy práctica y a la vez generosa. Donde la gente se sienta bien en relación a la proporción de las dimensiones. Además, pasear por el interior del edificio es muy intuitivo y simple.
¿Con qué se quedaría del edificio? Con la fachada de Rue du Marché, la arquitectura se mueve alrededor formando un todo cuerpo y espacio. Y con el patio de color azul turquesa y esa sensación de que hay agua en algún lugar. Es un momento muy bonito.