La transformación del Palau Castell de Pons, que data del 1.800, ha sido una de nuestras mayores labores de recuperación en el centro de Barcelona. El reto fue darle al edificio un uso comercial y residencial a la vez que se recuperaba el valor histórico que yacía oculto desde hacía décadas.
La transformación del Palau Castell de Pons, que data del 1.800, ha sido una de nuestras mayores labores de recuperación en el centro de Barcelona. El reto fue darle al edificio un uso comercial y residencial a la vez que se recuperaba el valor histórico que yacía oculto desde hacía décadas.
La fachada
El edificio tiene dos fachadas; la de la calle Boters y la de la calle del Pi, en uno de los puntos de mayor tráfico peatonal de la ciudad. Ambas fachadas están diseñadas con elementos compositivos y decorativos que ayudan a dar integridad a todo el edificio.
Destaca en su diseño la piedra de Montjuic de toda la fachada, la balconada del piso principal, la cornisa que corona el edificio, así como la esquina curva confluencia de las dos calles. Son detalles del inmueble que denotan su marcado lenguaje neoclasicista.
La Filatelia Monge y Chocolatería Fargas
Recuperar el edificio original, a la vez que mantener los elementos protegidos de los locales comerciales que llegaron más tarde en el tiempo: la Filatelia Monge y la Chocolatería Fargas. Preservamos, restauramos y trasladamos toda la marquesina y el mobiliario interior de la Filatelia Monge al nuevo vestíbulo del edificio.
Se recupera el acceso original al inmueble, al mismo tiempo que se preservan los elementos protegidos que se instalaron con posterioridad. Lo mismo se hizo con toda la carpintería exterior e interior de la Chocolatería Fargas, que se reubicó dentro del propio edificio. Ambas intervenciones fueron todo un triunfo técnico y una gran aportación a la ciudad de Barcelona.
Entrada al Palacete y patio interior
Al trasladar los dos comercios anteriores, se recupera la entrada original: las puertas de madera, el vestíbulo y el arco de piedra sobre la puerta. También se descubre y se reforma todo el patio central de la finca, delimitado por cuatro columnas. En este patio, originalmente abierto, se instala una claraboya transparente, integrada perfectamente en el conjunto del edificio; y que permite el uso del mismo como zona de venta para el local.
Del patio, parte una gran escalera de piedra y hierro forjado que daba acceso al piso principal, cuya puerta se encontró también tapiada. Todo este gran conjunto de entrada (vestíbulo, patio, escalera y puerta de piso principal) se recupera en su totalidad, devolviendo al palacete su carácter y valor histórico.
Los detalles
Los ornamentos en madera policromada están presentes en todas las salas. Destacan los medallones heráldicos y motivos ornamentales sobre las puertas de la sala principal. En otras puertas se observan también pilastras acanaladas, decoradas con espárragos y rematadas con capiteles de estilo compuesto.